Hoy intenté hacerte un poema Derrochar con palabras todo mi ser Con imágenes románticas de un amor Que sonara dulcemente cuando te lo dijese.
Pero en cambio solo salió sentimiento Sin razón ni estructura, buenos y malos En mi mente giraron situaciones, silencios Vi el pasado como si fuera presente y no estabas.
Tan terrible fue mi miedo cuando lo entendí Que quise correr, escapar a mi hogar Pero tu recuerdo, de tu llegada a mí, me atrajo Y comprendí, que lo pasado me llevo a ti.
Hoy intente crear lindas palabras de amor Que te demostraran mi extraña forma de querer Pero no alcance a redactarlo con precisión Y todo me pareció burdo para describirte.
Así al final termine hablando de mi Y al hacerlo lo hice de ti, de los dos Y mi proceso de perderme otra vez, de dejar de ser uno Empezó al entrar por una puerta gris.
Llegó el tiempo de morir, según dios, El mundo reclama y se acongoja, infelices Pero no suplica, en cambio se encoleriza Herejes creyentes en símbolos equivocados.
Su maldad los empuja a inventar A intentar derrocar a un dios visible Las naciones se unen obedeciendo a la avaricia Y los ángeles del viento cantan un réquiem.
“Nuestras lagrimas de fuego limpiaran la tierra La cólera de nuestro rey es temible Y nuestra pena enorme, para con los mortales Cuya maldad los condena” cantaban los ángeles.
“¡Marchen! Hacia el infierno en la tierra ¡Destruyan! A ese que se atrevió a mandarnos ¡Marchen!” gritaban los generales Su odio era tan solo equiparable a su miedo.
Y dios se burlaba, tranquilo, esperándoles Sentía bajo sus pies el temblor de la tierra Millones de hombres marchaban hacia él Y él los aplacaría con un poder terrible.
La risa de dios se escuchó por todo el mundo Los humanos se llenaron de temor de muerte Así dios terminó con ellos, por su arrogancia Y por última vez, dios rió. ____________________
Veo mi barca, sucia, roída por el tiempo, Aun flota, por gracia divina flota, Perdí mi cruz, el hastió era demasiado, Hace ya un año, que nada fue como antes.
La playa me da una fría bienvenida, Ya no me reconoce como suyo, Tomo mis pocas cosas y me adentro, A mi sueño, a mí mismo.
Solo veo plantas, nadie vive aquí, Nunca nadie ha vivido aquí, Hay gente, si, pero no son reales, Imágenes que repiten historias.
En lo más profundo de la playa, Esta lo que llaman mi yo, Ese que nunca saldrá al mundo, Más allá de la prisión de agua.
Ese yo que me da problemas, Que quiere escapar y ser libre, Pero que vive esclavizado por mí, Tiranizado por mi mente.
Ahora, ante él, mi corazón se acelera, Aquí acabara, lo matare y con él, Toda la isla morirá, no sé qué pasará, Pero del otro lado hay esperanza.
Él lo nota, se trata de defender, Es inútil, ya todo acabo, mi barca, Mi playa, mi corazón, mi yo, Se extinguen en la nada del mar.
En un pequeño bosque en los lindes de los tiempos, hace ya tanto que no existe casi ninguna especie que lo recuerde, había un pequeño conejo que no hacía otra cosa que permanecer recostado bajo un gran árbol, tres ratones pasaron junto a él y le preguntaron: -¿Qué haces ahí, conejo, cuando deberías correr hacia el sur? –el pequeño ser por toda respuesta se revolví en el suelo y produjo un leve gruñido, sin más los ratones prosiguieron su camino. No paso mucho tiempo, muy a pesar del conejo, cuando una pequeña gacela se le acerco muy preocupada, tenía una pierna herida y miraba constantemente por donde había venido, le pregunto al conejo: -¿Qué no piensas correr? Él ya viene –sin embargo nuestro amigo ni abrió los ojos, ante tal situación la gacela emprendió su camino lo más rápido que podía debido a su herida. Así pasaron muchos animales primigenios, claro hasta que Él llegó, al ver al conejo tan cómodo decidió sentarse junto a él, arranco con sus manos un pedazo de madera y empezó a darle forma con un objeto filoso que parecía un hueso, el conejo seguía recostado pero estaba consciente de quien se encontraba a su lado, abrió los ojos y vio el cielo negro, nada ni estrellas ni luna existían aun, solo había vacio mas allá de la tierra, Él vio como el pequeño conejo miraba hacia el cielo y le preguntó: -¿no crees que es un poco triste? Por mucho tiempo he pensado que poner allá arriba pero nada interesante se me ha ocurrido –después volvió a quedarse callado, concentrado en la figura que sus hábiles manos estaban creando, el conejo le escuchó y reflexionó sobre su pregunta, a él tampoco se le ocurría nada que valiera la pena colocar allá arriba, sobre todos ellos, por fin el conejo habló: -¿Qué tal si pones almas? –Él inmediatamente dejo de tallar su madera, volvió la cabeza hacia el conejo con una extraña mueca, claramente lo había pensado- si, lo sé, ¿las almas de quien, cierto? –El conejo pensó cuidadosamente sus próximas palabras- ¿Qué tal las almas de todos esos que mataste en tu paso por aquí? Sería un bonito lugar para que ellos descansen ¿no? Él pensó la idea del conejo, le gustaba no recordaba el número de seres que había matado, coloco los dos objetos que sostenía, se levantó y puso sus manos en el cielo oscuro y dijo: -yo que con estas manos les he dado muerte, ahora los libero de mi para que descansen y que toda alma que muere se una a ustedes –de sus manos empezó a salir luz tanta que el conejo cerró los ojos y ocultó la cara, después de un gran rayo de luz Él volvió a sentarse y retomo su talla, el conejo abrió los ojos y miró asombrado el nuevo cielo, vio que era hermoso y su corazón se llenó de alegría al ver a sus congéneres tan felices. Él por fin terminó su pequeña escultura era una especie de mono solo que mas alto y que caminaba en dos patas, no tenía mucho pelo, Él le miraba con tanto amor que el conejo sintió curiosidad por saber que era aquella cosa, así que se lo preguntó, y Él se lo dijo: -El es mi hijo, sé que no se parece a mí, pero si a su madre, sé que no tiene mis fuerza pero conseguirá lo necesario para vivir, lo único que me pesa es que no tiene los conocimientos de su madre, y creo que no la respetara, ya que no la reconocerá –Él decía estas palabras con una extraña mezcla de tristeza y alegría, el conejo se sintió triste por este nuevo ser, así que decidió proponerle algo a Él. -Aquí solo hay oscuridad, incluso las almas siendo tantas no pueden iluminar bien esta tierra, me gustaría unirme a ellas para iluminar mas a tu hijo, porque me he enamorado de él y su graciosa figura –Él miro con amor al conejo y asintió, tomo al conejo y le elevo hasta los cielos, no le mató, sino que lo convirtió en algo mayo que cualquier otra alma, ya que el conejo se había sacrificado por alguien a quien amaba. Cuando Él vio el gran astro donde había quedado estampada la figura del conejo se alegró, tomo el pedazo de madera en forma de su hijo y regreso por donde había llegado, queriendo despertar en su hogar, con su esposa y, esperaba Él, con su pequeño hijo.
El invierno había llegado a la villa, y una fina capa de nieve cubría todo, durante ya varios años, Lei iba al cementerio cada vez que la primera nevada llegaba. Era un cementerio enorme, con grandiosas criptas edificas en amor a los seres que habían abandonado la tierra, pero Lei no iba a una de dichas criptas, ella caminaba hasta el final cementerio, donde una simple lapida designaba el lugar de entierro, a su lado un solitario árbol crecía, debido a la nieve tenia por hojas copos de nieve, la vista era maravillosa. Lei caminaba hasta una pequeña banca, limpiaba la nieve y se sentaba, por horas recordando a la persona fallecida, su único amor, mientras lagrimas se formaban en sus ojos su boca empezaba a entonar una canción, una vieja canción de cuna.
No existe final en este mundo, Duerme, mi amado, Tu vida continua, Has nacido, y has vivido, Dirás de mi canción de esperanza, ¿no es así? Por la eternidad,
Ofrezco estas lágrimas, Las palabras de un nuevo amor, Gracias por los encantadores días, Dentro de mis sueños, Agradezco el que nos hayamos conocido, Por toda la eternidad.
Después de terminarla, Lei se levantaría, iría a la lapida y marcaria otro rayón sobre ella, así contando las veces que había ido allí, treinta y cuatro, volvió a leer el epitafio, aunque lo sabía de memoria: El final no es hoy, es cuando los dos dejemos de existir. Sonrió a la memoria de su esposo diciendo esas palabras en su oído, regreso por el camino que había seguido para entrar, y al ver una pequeña lapida se detuvo, no la recordaba, leyó el epitafio: No elegimos el tiempo de partida, pero si como queremos tomar el tren. Volvió a sonreír, pero por algo diferente, no comprendía bien pero sabía que esa era la última vez que vendría al cementerio, por lo menos por su propio pie. Durante ese último año Lei vivió en paz, con sus nietos y sus hijos, dijo a todos cuanto los amaba y siguió viviendo la vida al máximo, a lo máximo que sus setenta años podían darle, claro. Un día antes del aniversario luctuoso de su esposo, antes de ir a su cuarto, se despidió de su hijo menor entregándole unos documentos, sonrió ante la cara de desconcierto de su hijo, le encomendó no abrirlos por ahora, subió a su cuarto, abrió el closet tomo una camiseta vieja de su esposo (que se resistía a tirar), se la puso y así fue a dormir, con su olor llenándola, había elegido tomar el tren con amor en su corazón y su olor envolviéndolo todo. Al día siguiente Lei fue enterrada junto a su esposo, justo entonces empezó a nevar levemente, una de sus nietas comenzó a cantar la canción de cuna, su padre la recordaba, una canción simple, escrita por una madre moribunda a su hijo recién nacido, en sus brazos, era triste pero llena de esperanza, esperanza por lo que habría de venir, por el futuro incierto. Ahora viendo a las lapidas de sus padres entendía el porqué del epitafio que su madre había elegido, rezaba solamente: y así, volvemos a existir. Cuando el servicio había terminado, dos pequeños espíritus aparecieron bajo el árbol, se miraron y se reconocieron, así por siempre existirían, bajo la sombra de un pequeño árbol sin hojas.
Con Morfeo de aliado mi mente surca, Un mar que ni siquiera tiene sentido, Mi barca se ha roto y me hundo, La nada corrompe mi corazón.
Es tu ausencia, ella me destroza, Tu imagen se dibuja para mí, Allá por donde detenga mis ojos, Y solo veo una cosa, amor.
Me distraigo, no pongo atención, Todo se mueve tan rápido, duele, Mi calles solo tienen recuerdos, Mis ojos solo miran en blanco.
Ya había caminado por aquí, Ya había visto a esa pareja besarse, Ya había tenido este presentimiento, Nunca igual, siempre cambiante.
Por segundos, minutos, horas, Que me odiaste, que me quisiste, Por días, meses, y nada más, Que me extrañaste, solo algo deseo.
Que ya no camines por esas calles, Llenas de errores, tristeza y lagrimas, Y si alguna vez tropiezas, mi sonrisa, Te infunda amor, y te levantes.
Quiero que respires amor, lo sientas, Que notes el vínculo intangible, Esa cuerda que nos une con todo, Que te une conmigo, desde que te conocí.
Parecen miles de años, pero solo son Unos cuantos días, que tu sonrisa era mi todo, Ahora siento, que no existe mal alguno, Que no tenga solución para nosotros.
Ya lo decía el alumno del orden, relativo, Mi tiempo aquí está por acabar, el nuestro, Al contrario está por comenzar, y así, Nada habrá más que nuestro amor.
Y estaremos despiertos, conscientes, Viviendo nuestro amor. ________________________
parafraseando, viviendo y sintiendo, nada como eso non? XD
En mis sueños los tuyos se dibujaban, Y el frio de la montaña se olvidaba, Allí en una cama, en tus brazos, Todo, el mundo, la gente, se perdía.
Sentía tu cuerpo junto al mío, Miraba por la ventana como, El alba se dibujaba, era feliz, Vi el sol, ¡sonreía! Por nosotros.
Tú te removiste en la cama, Me di la vuelta para verte despertar, Vi tu cara serena, con una tranquilidad, Tus ojos se abrieron, me vieron.
¡Y volvió a amanecer solo para mí! Afuera el mundo recibía la luz, Pero yo allí adentro recibía tus labios, Tu sonrisa coronó todo, y éramos felices.
¡Espera! No te levantes, no te muevas, Solo quédate aquí conmigo, en la cama, No digas nada, solo quiero sentir tu presencia, Y en el silencio perderme y encontrarme. __________________________ esto si es extraño! este no es un sentimiento mio! pero no se, me nacio escribirlo, se que mi bro lo entendera...
y a ella la extraño! =D dos entradas por el precio de una!! jajajaja _______________________________
Existía hace tiempo un espíritu errante, que por donde pisara todo florecía por un momento y después perecía, este espíritu gustaba de jugar por la tierra, conociendo gente, reflejándose en sus ojos por un instante, para luego salir huyendo, no huía por miedo, huía hacia su libertad ya que odiaba las cadenas y cualquier cosa que le mantuviera atado.
El amaba correr por su bosque de lluvia, por su ciudad abandonada, roída por el tiempo, rondaba por las noches un alto claro donde veía la luna hermosa y le cantaba hermosas canciones que nadie entendía.
Pero este espíritu en toda su libertad conoció una pequeña y frágil ave, un ruiseñor de hermoso canto, al espíritu le gustaba seguir al ruiseñor allí por donde él volara, libre, sin cadenas en sus alas, ninguno estaba atado y sin embargo elegían estar cerca. El extraño canto del espíritu agradaba al ruiseñor que a partir de su tono improvisaba una canción hermosa que todo el bosque disfrutaba. Después de un tiempo el espíritu se dio cuenta que (contrario a lo que pasaba antes) la tierra que pisaba daba vida a flores pero estas ya no perecían, sino que quedaban en un eterno esplendor, así al final el bosque se lleno de flores, así que incluso si el espíritu no podía ver al ruiseñor o escuchar su canto, podía oler a las rosas que le recordaban al ave. Y era feliz. _______
Me arde la piel, mis ojos se desenfocan camino con paso lento, pausado, viendo camino sin rumbo, cansando de la vida en una esquina se rompe el cielo.
Subo a una cumbre, veo mi hogar no lo reconozco, ¿es este mi hogar? ¿Dónde está mi amor por él? No lo entiendo mis pies se queman con la tierra viva.
El aire encendido reseca mis labios ya no quiero caminar, ni pensar, ni nada solo quiero sentarme aquí, bajo una sombra contemplando mi hogar, mi pequeño terruño.
Este sol ya no es mío, me desconoce se ríe ante mi situación, una triste historia me mira desdeñosamente, desde arriba se burla de mi, de mi querer extraño.
Ya estoy cansado, no quiero pelear ríete sol, ya no importa, no puedo levantarme aquí descansare, ¿esta eso bien por ti? no me importa, aquí descansare para siempre. ________________________ ah como odio el calor, me apendeja (si, mas!)
En menos de un año te me hiciste importante En menos de un año te conocí tanto, te fijaste ¿Qué te odio? Como podría odiar lo que quiero Lo que deseo si no estás, lo que nombro en la oscuridad.
No, en mi mente tu cara, tus ojos, tus labios se dibujan, Mi memoria recuerda tus manos, tus piernas, tu ser, Mis ojos te ven en las tinieblas de mi conciencia, Y por ella vagas, tanto que hasta mis sueños llegas.
Recuerdo tu canto bajo la luz de estrellas, Tu carácter de niña, volátil como una supernova Eres una maldita, por ti mis días se cuentan En la medida que te veo, en que te toco.
âme.
Tantos amantes, tantas gentes, pero solo nosotros de constantes, Tu amor edipico, mi amor estúpido, los dos absurdos, Tus desvaríos cuasi-enfermos, mi idolatría imbécil, Tal vez no éramos perfectos, pero buscábamos.
Muy seguramente no somos ahora perfectos, pero embonamos Como un pájaro en el aire, planeando, usando el mundo a su beneficio Estamos ciegos, querida mía, ciegos ante la locura del vulgo, Los otros me hastían con sus simples pláticas, tú eres la lluvia.
Seele.
No hay refugio, no hay lugar seguro, no hay nada No existe mi paz, mi paciencia, mi beatitud, mi razón, Ya no es real mi ciudad, ni mi corazón, ni las luces, Porque camino solo, sin ti, sin mí, solo camino.
Al final, tu nombre, tu mención, tu querer me delata, Hoy muero de ti, de ausencia de ti, me dueles Le dueles a mi alma, porque tu ausencia es un martirio, Y tu presencia mi todo, esta vez, repetiré tu nombre hasta dormir.
Existe en un lugar desconocido a una distancia que nadie conoce, una estación de autobuses, no es más que una pequeña banca con un techo laminado. Poca gente alguna vez en su vida llega hasta ahí, pero los que si lo hacen generalmente esperan demasiado tiempo por alguien que pase y les diga que hacer, por lo tanto se rinden fácilmente. Estas personas no ven, como deberían, que para resolver el problema que se les plantea se necesita estar solos, sin ningún ruido, sin esperar nada, solo. Hubo alguna vez una chica que llego a la pequeña estación, no sabía como lo había hecho, estaba desorientada, hacia apenas un momento estaba dormitando en un salón de universidad, y ahora se encontraba en una desolada banca, con un techo laminado lleno de agujeros, no, no eran agujeros, el techo estaba pintado de tal manera que pareciera un cielo estrellado, y habían hecho un trabajo excelente, por un momento ella había pensado que eran nada más que hoyos por donde entraba la débil luz de la luna. Extrañamente en el asiento de al lado había algo parecido a una pequeña pantalla de LCD, por lo menos así lo parecía, no era más grande que su palma, al tomarla empezó a vibrar, luego de un rato un mensaje apareció en la pantalla: Supón, por un momento que más allá de tu espacio no hay nada, que si tú no estás consciente nada existe. Todo cuanto hay es tan solo un reflejo de tu mente. El mundo, el mundo entero es tu escenario y nada aparte de este existe, aunque conozcas personas, ellas no existen si tú no lo requieres. Incluso así, existen personas que no quieres conocer, personas deleznables, personas de las cuales sería mejor prescindir, pero aun así, están en tu mundo. Siguiendo esta línea, ¿Quiénes son ellos? ¿Qué clase de pregunta era esa? Ella no la entendía, mucho menos tenía la respuesta. El hombre no mejora sin problemas. No avanza sin retos. ¿Y ahora a qué demonios se refería? Irritada dejó el aparato a un lado suyo, pensando en cómo salir de aquel lugar, obviamente no se quedó sentada mucho tiempo, ella no era de ese tipo. Empezó a circular la estación, buscando alguna clase de indicio, encontró raspones, marcas de puños, patadas, incluso podría jurar que una marca de una frente con algo rojo justo donde se supondría irían las cejas. Siguió investigando, también miro debajo de la banca, y ahí encontró una simple frase: Libre albedrio Ella conocía el significado de la frase, pero nunca le había dando demasiada importancia, “lo que a uno se le plazca hacer” había dicho una amiga, pero ¿no era eso lo que ella siempre hacia? Si quería dormir, comer, estudiar incluso ir a una cita, ella era quien decidía esas cosas, aun mas sus papas siempre le habían inculcado esa costumbre. Siguió moviéndose alrededor de la pequeña estación no pensando si no mas haciendo algo, no soportaba estar varada sin nada que hacer más que pensar, era una mujer de acción, “primero hago, luego lo explico” generalmente decía. Ese tipo de pensamiento sin embargo, no le serviría para salir de la estación. Finalmente se rindió, y exhausta se sentó de nuevo en la banca. La pantalla había cambiado otra vez, ahora se podía leer: El mundo, aunque es tu escenario y tu eres el actor principal, casi nunca te reconoce como tal, mas bien, generalmente estas actuando un papel secundario, y esto en cierto modo frustra a la gente, incluso tu, que tan solo ejerces te sientes frustrada ahora, sin poder actuar. Necesitas pensar para salir de aquí. Pensar, un simple proceso de atención, memoria, una función simple de la conciencia, sin embargo algo inútil en su trabajo, incluso en su escuela, la práctica era mejor recibida que la teoría. Pero, ¿pensar en qué? En ti, en quien eres, y sobre todo, cuál es tu sentido de vida. El aparato parecía haber leído su mente, que tontería, nadie puede leer la mente, siendo un invento consciente e incorpóreo le parecía absurdo tratar de leerla. Empezó a pensar en ella, recordando su vida hasta el momento en el cual fue a parar a la estación: María de Jesús González, veinticinco años, soltera, estudiando el último año de la licenciatura de mercadotecnia, su segunda carrera. No tenía novio, demasiado ocupada en planear eventos, fiestas o hasta conciertos, no muchos aguantaban mucho el estar en un segundo plano en su vida. En cuanto a su familia, sus padres no se hablaban mucho aunque seguían casados y vivían en la misma casa, con ella no se llevaban tan bien, siempre criticándola o regañándola de lo tarde que llegaba después de sus “tonterías de niña, que ya no le sentaban”. Tenía una hermana menor a ella, justo dieciséis años, una punketa de la clase más extrema que había, parecía que Erika había nacido para hacer enojar a su padre y llorar hasta el cansancio a su madre. En la escuela el ambiente era un poco mejor, tenia amigas, las cuales parecían aparecer de la nada cuando las cosas iban excelentes, pero que desaparecían como espuma de mar al momento que algo empezaba a ir mal, “ya sabes, we, estamos ahí para lo que necesites, tu nomas dinos, we”. Una frase que había escuchado ya muchas veces, pero que no siempre se hacía verdad, había pedido favores y nunca aparecían sus susodichas amigas para ayudar. Sus amigos eran contados, dado el hecho que ella no sabía relacionarse muy bien con los hombres, algunos le aquejaban esto a su relación con su padre, pero ella no lo creía así, tan solo, nunca sabia de que hablar con los muchachos que se le acercaban, ciertamente a ellos no les interesaban sus conocimientos de la moda o zapatos, o de su afición a tomar “tontas fotos, en colores extraños”, así y todo conseguía uno que otro novio tan solo, creía ella, por su belleza. Ahora que lo pensaba a fondo, su vida no era tan buena como ella siempre decía, no entendía porque tenía que hacer cosas que de un modo u otro detestaba. Ni siquiera su música en su extraordinaria capacidad para provocarle arrobamientos podía hacer que su vida valiera la pena, su trabajo en el bar “La Paca” consiguiendo bandas para tocar todos los fines de semana, le parecía, ahora, sentada en la fría banca de fierro de la pequeña estación, una tontería sin final, consumidora de energía y tiempo. Esta estación fue construida para los hombres, pero no todos logran aceptar que su vida es finita, muchos llegan aquí esperando seguir su viaje, sin darse cuenta, que el viaje ya fue realizado y que esta estación es la última parada. Si bien tu vida hasta ahora no ha servido, tienes tiempo aun para darle un sentido, buscar el sentido de la vida es algo difícil, muchos pasan toda su existencia buscándolo y al final lo encuentran, solo que se llevan su secreto con ellos. Ahora regresa hija mía, toma el autobús de vuelta. ¿Qué? No entendía bien las palabras que se registraban en la pantalla del aparato, jamás había realmente pensado en su “sentido de vida” ella siempre supuso que la vida significaba hacer lo que a una mejor le pareciera y que disfrutara, cosa que ella, ahora veía, nunca había hecho. De pronto la estación y el piso bajo ella comenzó a convulsionar rítmicamente, María empezó a gritar, cerró los ojos, y se perdió en los mares profundos y desconocidos de la inconsciencia. ……………………………………………………………………….. Al día siguiente yo leí en un periódico mientras compraba algo de comida en un Seven cerca de mi escuela, “Chica clínicamente muerte por noventa y siete segundos es revivida, asegura haber tenido experiencia extrasensorial”. -Meh –dijo mi acompañante- solo químicos y neuronas moribundas sin oxigeno, puras cosas irreales – yo le di un trago a mi refresco. -Define realidad –dije y salí al clima medio frio medio caliente de esta ciudad. Fin __________________________________________
me parece, solo me parece, que este fue un gran semestre!
Ahí estaba, frente mío, una playa gris, un puerto sin barcos ni veleros ni siquiera barcas, los muelles tan roídos que casi se caían a pedazos, no me anime a tratar de caminar sobre de ellos, no recordaba cómo había llegado a esa parte de la ciudad “donde había nadie”, solo tengo memoria de que cuando arribe mi mente divago por toda la costa buscando señales de vida sin encontrarlas, pero se poso en algo peculiar, un inmenso monolito justo en medio del cabo, mar adentro. El monolito se alzaba más de tres metros sobre el nivel del océano, y tal vez mucho mas debajo de este, sobre de él había un bandera gris, ondeando al aire que no había notado hasta ese momento que la vi ondear. Avance hacia el monolito con sumo cuidado para no pisar una vieja tabla que se pudiera desquebrajar y cayera al mar grisáceo. Necesitaba un trago urgentemente, tanto silencio comenzaba a enloquecerme, como hipnotizado caminaba rumbo a la estructura, mi mente de pronto se vio inundada por sentimientos ajenos a mí, caí de rodillas en las viejas vetas, frente mío se empezaron a develar historias, gentes de diferentes razas, con variadas situaciones, eran tantas que no alcanzaba a distinguirlas a todas, recuerdo a una vieja que se balanceaba parcamente en su mecedora, vi a un muchacho corriendo en pos de su amada, y en sus manos llevaba una carta, escrita con todo su ser para ella, para ella sola, vi a una joven cantar frente a un pequeño público, relatándoles en verso la historia de su amor perdido en la guerra, divise también a un pobre mendigo que pedía limosna fuera de un templo, y en su pecho la insignia de escribano no hacía más que resaltar el desprecio de quien pasara junto a el, vi a un hombre gritar a los cielos misericordia, en sus brazos yacía una mujer muerta, su expresión era de una paz silenciosa, ausente del sufrimiento de su amante, que no sabía que haría sin su otra mitad, sin su latido, sin su calor, sin sus ojos y labios, sin ella, vi también a una anciana mujer con ropas negras y un velo, mirando fijamente una lapida en un cementerio, vi sus ojos vacios, deseando estar allá abajo con su esposo, vi por ultimo a un niño mirar a su madre muerta en el suelo, el panorama blanco y solitario de una ciudad devastada por la guerra de los hombres me transmitió cierta ira hacia ellos, el ahora huérfano ya no lloraba, no ahora pensaba en su nueva vida, de cómo sobreviviría solo, un copo de nieve cayó sobre su mejilla como dibujando una lagrima, el otrora hijo de una madre se limpio la cara con su sucia manga, y cuando levanto la vista vi determinación en sus ojos, se levanto y avanzo con paso seguro. Comprendí cuando la visión termino, que todos esos momentos, sentimientos y emociones estaban ligados al monolito y la bandera, entendí que los hombres estamos unidos por una fuerza invisible, si bien con nuestros cuerpos somos individuos cuando morimos nos hacemos un todo, donde nada existe, y, como nada existe, somos todo. Es la comunión máxima con el espíritu supremo, no un terrenal “dios”, ni siquiera una etérea concepción de un ser superior, omnipotente y “misericordioso”, sino una energía tal que no existe en un plano visible para nosotros. Y la conjunción del monolito y la bandera era una pequeña representación de su poder, era el lazo entre los hombres. Ya que no todo es felicidad, como no todo es tristeza. El cabo de “Poca Esperanza” simboliza para nosotros, los que escogimos la forma de locos para una sociedad triste por su propio consumismo, el punto máximo de nuestro desarrollo, es en si mismo, el conocimiento total de nuestro genero, una especie que nos es hostil ante nuestra diferencia, pero que amamos y observamos pacientes por su cariño. Al final todos llegamos al mismo punto, a un simple puerto dentro de un cabo, un puerto sin embarcaciones, donde yace encerrado en un monolito por una bandera nuestro dios.
En una ciudad donde la luz eléctrica dominaba el panorama había un pequeño niño, que jugaba sin preocupación, las nubes sobre su cabeza comenzaban a arremolinarse obteniendo un color cada vez más gris, la oscuridad ganaba cada vez más terreno. Y el niño jugaba, reía, era feliz, a su alrededor tan solo había luz, luz de farolas, tibia y anaranjada, su madre le veía desde una banca a poca distancia, le veía dar vueltas sobre sí, marearse, caer para volver a levantarse, correr, correr tanto que ella se cansaba con solo verle.
Arriba, el dios de la lluvia juega más o menos igual, corre de un lado a otro, el tiene mucho más espacio, todas las nubes grises son su campo de juego. Una gota solitaria sale disparada de una nube, y cae justo en la mejilla de la madre, esto la pone alerta, levanta la vista, escrudiñando el cielo como tratando de adivinar si empezara a llover justo ahora, cuando su hijo esta tan feliz, varios cientos de gotas le responden y ella instintivamente llama a su primogénito, el niño se acerca feliz por la lluvia golpeando su rostro, tan fría, tan fresca, su madre se ve preocupada, le dice que tienen que irse a casa, antes de que empiece a llover mas. Ella saca una bolsa negra de plástico, rápidamente envuelve al niño con ella, y con una maestría inusitada abre un agujero para la cara y otros dos más pequeños para poder sacar los brazos. Así se ponen en camino hacia la parada del autobús que los lleve a casa.
Y el niño vuelve a correr, ya no siente tanto el agua, pero escucha como suena cuando golpea la bolsa que lo protege, sus pies y zapatos son otra historia, los charcos que se forman hacen que se empapen cada vez mas. La madre solo piensa en llegar a la parada, no le importa que la parte inferior de su hijo se moje, o que ella misma terminara mucho más húmeda. El dios de la lluvia corre y salta, tropieza y cae, se levanta y vuelve a correr, tanta es su felicidad que no se da cuenta que las nubes se van acabando, en ella ya no hay tanta agua, por lo tanto ya no pueden sostenerlo tan bien. Pero él es ajeno a este tipo de preocupaciones, él solo juega y es feliz, y la tierra debajo vive, y un niño se divierte. Lamentablemente todo tiene un final, y el dios lo sabe, su recreo termina, y con ello también la lluvia, el niño y la madre llegan a la parada y esperan un autobús que les lleve a casa. __________________________________________
Un simple escrito, me vino la idea mientras esperaba a una amiga para irnos a divertir, debajo de los arcos, viendo llover, ah como me encantan la lluvia, ya la extrañaba!!!
Mi muerte no servirá ensangrentado y rabioso me arrastro con cierto paso sabiendo que soy basura.
Tantos gritos, de niños de mujeres que lloran amargamente de hombres sin mente arrastrados por un odio de años.
Mucha sangre en mis manos y muerte en mis ojos nubosos por una herejía de dos por actos y pensamientos engañosos.
Mi muerte no servirá Iesuha no caerá, el infiel su imperio seguirá, tan cruel tan bebedor de sangre como otrora.
Sus mujeres seguirán avergonzando sus hijos irán por la misma senda continuaran una herejía en vida del hijo de dios, un bastardo.
Mi muerte no servirá de nada no los he matado a todos quedan miles a mis lados fui un mal hijo, no termine el Yihad. _________________________________________________ tin tin, para su informacion, y si por cualquier cosa no saben las tres palabras no españolas aca utilizadas. Ieshua: nombre arameo de Jesus de Nazareth Fedayín: es un guerrero de la fe Yihad: es el esfuerzo maximo que un islamita puede llegar a hacer por su religion, en este caso la lucha contra los infieles.
Hoy tengo ganas de morir, de olvidarte hoy tengo ganas de perderme, y jamás encontrarme hoy tengo ganas de no despertar, de seguir soñando hoy tengo ganas para nada, no tengo ganas para algo.
Hoy siento que todo vale nada si no estás es tu ausencia lo que me duele es tu nombre lo que repito hasta dormir es tu alma quien me abruma.
Hoy es tu mundo nocturno, quien me hace reír son tus gustos diferentes, lo que tanto me gusta es tu pasado y presente, que te hace tan hermosa y en tu futuro esta mi muerte o vida.
Hoy no tengo ganas de rezar, ni de pedir hoy no tengo ganas de irme lejos hoy no tengo ganas de olvidarte hoy no tengo ganas de sentarme sin ti.
En cambio, hoy tengo ganas de morir morir de ti, morir de este sentimiento que estrangula mi voluntad y ata mi mente hoy tengo ganas de decirte que te quiero.
_____________________________________________________________________ se modifico....
Entre sabanas frías, entre susurros engañosos De por medio mi sanidad en el vacio Luego de alcobas desiertas, por un sendero Uno escarchado, peligroso, veo a momentos el camino. La bruja es poderosa, siempre evasiva, pero siempre ahí Omnipresente, está aquí y allá, esta sin estar. Almas sin rumbo que se unen en una milésima de segundo Solo para expulsarse mutuamente y terminar más alejados. En la oscuridad, cual búho veo el camino, termino mi ensueño Regreso a la realidad, a ti, a ti perenne, inmune al tiempo A ti, fija en mi mente, siempre ahí. A ti, sola.
Un ruido me despertó, mi cama se quejó, como externando en sonido el dolor de mis huesos, al levantarme. El olor de su sangre todavía envolvía mi cuarto, aun así, el trabajo era el trabajo. Además ese era mi último encargo, dos pequeñas y su padre, dos almas inocentes y una corrupta. Y apenas unas cuantas monedas por esas vidas, pero así trabajaba, hay mucha gente que cree que la vida es lo único que no tiene precio, pero para mí (y para mis compañeros) no vale más que unos cuantos centavos. O por lo menos así lo creía hasta ese entonces, pero todo cambio cuando conocí a Egeiune. Alguien me había delatado y los lobos falderos de los poderosos llegaron por mí. Ya no recuerdo la cara del Dex Sacerdote que me llevó a la ciudadela de la Diosa, pero no importa, todos son una sarta de perros rastreros que viven a expensas de gente con sueños rotos y mentes vacías. En la ciudad me encontré vagando totalmente solo por corredores oscuros. En ese lugar no se veía ningún astro, sin embargo el cielo cubierto por una densa capa de nubes tenía una claridad blanquecina, así que realmente no podría decir cuántos días estuve ahí, ya que por un extraño poder no tuve necesidad de comer o beber. Después de no sé cuánto tiempo empecé a reconocer un camino trazado por unas extrañas señales en forma del símbolo que algunos utilizan para marcar aquellas cosas que la Diosa bendice (o maldice, como lo quieran ver). Tenía la forma de dos círculos inclinados y entrelazados, terminé por contar trece, y en la última había una enorme torre que dominaba toda una placeta. Era esta construcción el lugar a donde me dirigía, en ella descansaban todos los milenos de sabiduría que nuestra civilización había alcanzado, por medio de muerte y destrucción la mayoría de las veces. Y, según la leyenda, en la cima vivía Egeiune, la Diosa de la sabiduría, que en otras civilización fue llamada Pandora, la diosa del mal en potencia, solo que ellos no sabían que por lo general el conocimiento lleva a la destrucción, y, al final estos términos son sinónimos. Quizá esa era la razón por la cual los sacerdotes no enseñaban a la gente más que lo necesario para llevar una vida de tan solo conformarse con lo que cultivaban y podían vender. No son hombres amigos míos, ni dioses los que hacen que el hombre se mueva, sino ideas. Los sacerdotes temen a la posibilidad de una rebelión. Cada perro protege su hueso.
Huesos, si ahora lo recuerdo, encontré muchos huesos en la torre, testigos silenciosos de fracasos de otros tiempos, gente que no pudo con el reto, que implicaba conocer y ver con los propios ojos a la Diosa. Había espadas romanas, mongolas y hasta lanzas atlantes, escudos chinos, mascaras de jade de señores de la guerra de Allende los Mares, escarabajos egipcios de piedras exóticas. Armas, de pronto recordé que había llegado sin nada con que defenderme, así que tome una espada dorada atlante y una especie de escudo nórdico. Si los rumores eran ciertos había algo antiguo custodiando la puerta final. Seguí avanzando por escaleras y corredores interminables, escuchando demasiado nervioso los ruidos que parecían aumentar a cada paso que daba. Terminé llegando a una amplia galería, al final se divisaba una escalinata que daba entrada a la cima, a los aposentos de la Diosa, ya que la torre solo contaba con trece pisos, de ahí el numero de símbolos. Este número era temido en las viejas civilizaciones por una absurda superstición, sin embargo, para nosotros era el número de la Diosa, impronunciable en los labios de los comunes. De pronto algo se movió a mis espaldas, la atmósfera cambio de repente, se volvió más intrusiva, mis pulmones batallaban mucho por proveer de oxigeno a mi cuerpo,mi ritmo cardiaco subió de pronto, presentía el ataque, la espada atlante deseaba ser utilizada, sentí su terrible arremetida por la derecha no hubo tiempo para detenerla, logré cubrirme con mi escudo, pero bajo el tremendo golpe voló en pedazos y yo junto con él. La criatura volvía a esconderse por donde había llegado. Ahora estaba sin protección, solo me quedaba dar una estocada certera y rezar a los dioses antiguos que el monstruo pudiera ser herido. Había escuchado demasiadas historias del guardián de la puerta, la infranqueable bestia, el vástago de la Diosa con uno de los dioses del norte. Pura fuerza, el Lycan era por mucho la creación más aterradora. Ahora arremetía por mi izquierda, sin saberlo me había rodeado con gran maestría. Mi espada se movió por sí sola, mi cuerpo se agachó por reflejo, y el helado metal se unió con la caliente carne abruptamente. El Lycan cayó estrepitosamente, aullando de dolor. Después de unos segundos, mientras convulsionaba y empezaba a convertirse en humano nuevamente, entre saliva y sangre, de su boca salió una palabra, que yo no reconocí. La gran puerta se abrió de par en par.Era la contraseña, la palabra bendita que daba pase a la sala de la Diosa. Deseché mi arma y subí corriendo las escaleras. Entre al último piso y la divisé, sentada en su trono de Carrara, tan blanco y resplandeciente que parecía que había sido extraído hacia poco tiempo, tenía un diseño que poseía toques de una piedra poco conocido llamada Izquar, la cual cambia de color dependiendo de porque ángulo se le mire. La Diosa permanecía quieta, su cabellera negra y lisa, la cual descendía con gracia por su cuerpo, tenía la cara recargada sobre su mano izquierda, desde ahí me miraba con expresión divertida, sus ojos grises eran perturbadores, se decía que poseían la habilidad de enamorar a los hombres con un solo vistazo, o despojar del alma a las personas con una simpleza aterradora. Sin embargo había algo que llamaba más mi atención, su mano derecha que jugaba con dos monedas de oro. “¿Sabes la razón por la cual fuiste traído aquí, señor de la muerte?” la voz de la Diosa resonó por toda la estancia, que apenas comenzaba a observar, el techo era tan alto que no alcanzaba a divisarlo. La habitación en sí, parecía no tener fin, muy seguramente era un truco de la Diosa, tan solo estaba el trono,no había ningún otro ornamento mas. Pero no estábamos solos, había alguien atrás del trono de la Diosa, una figura más alta que el respaldo, tenía las ropas parecidas a las del Sumo Dex Sacerdote, solo que en colores negros y con una capucha que ocultaba sus facciones. A su pregunta yo no tenía respuesta, después de mi último trabajo quede extenuado y después de colocar mis cosas sobre la mesa, me recosté en mi cama y dormí hasta que los golpeteos a mi puerta me despertaron. Negué con la cabeza. “La vida de todas las personas que has asesinado te ha hecho extremadamente peligroso, el Sumo Sacerdote, aunque macilento y débil, no es idiota, desea tu muerte” su cara se ilumino con una sonrisa, era a la vez la cosa más hermosa y horrible que jamás he visto. “Toma” me arrojo las monedas de oro, que yo tome al vuelo. “El pago que muchas veces recibiste fue menos que esto, así que un par de éstas debería bastar para ir a donde desees” su tono era divertido, el ser atrás de ella se movió hasta estar a su lado. Se inclinó para susurrarle algo, pero fue rechazado con un leve movimiento con la mano de la Diosa. “Aquí mi amigo desea un pago por el poder que le arrebataste, no le gusta que otros lo utilicen para su beneficio, así que al final siempre se cobra, es muy paciente” la figura negra se removió en su lugar como asintiendo a lo que Diosa decía “sin embargo, ya nadie puede matarte, toda la sangre que consumiste al asesinar a la gente te ha hecho poseedor de sus vidas, por lo cual la tuya es perenne” un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, contado mi último trabajo había pasado por mi cuchillo a casi mil personas y llevado a la perdición a aun mas. “Sin embargo, él desea un pago, pero no puedo quitarte demasiadas cosas, de modo que…” la Diosa no terminó la oración y se levantó de su trono, un instante después, estaba junto a mí, su cara era hermosa, y fue lo último que vi, ya que como pago, el Demiurgo quería mis ojos. “Ahora vete, recorre el mundo, se prueba corpórea de mi furia, cuenta de mi grandeza, de mi belleza, largo, destruiré a este reino en cuanto tu pie haya salido de su frontera” la promesa era catastrófica, salí de ahí como mejor pude, sin problemas descendí la torre y abandoné la ciudadela ante la incredulidad de los guardias. Salí huyendo del reino, dejando atrás siglos de conocimientos, cosas que jamás podrían ser recuperadas, pero sobre todo en esa ciudad olvide a mi viejo yo.
Ahora aquí, a los escalones de este templo les digo amigos míos, que el poder de la Diosa es devastador, su cólera atemorizante, su belleza y encanto increíbles. ¡Teman hijos del viento!
Ella viene.
Fin.
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La primera entrada del blog, la renovacion de Egeiune para el concurso de cuento del Circo Universitario en el que voy a participar.